miércoles, 30 de septiembre de 2009

el sol y una charla *


De repente el brillo rebotó en mi ojo izquierdo. Levanté mi mirada y el sol se despedía de un día mas, un día como cualquier otro. Muchas veces el sol tiñe el cielo de naranjas y rojos, pero hoy quise capturar esa imagen. Tal vez porque era lindo para mi ver lo que sucedía en el cielo y presté atención a algo tan cotidiano pero que integra el conjunto de aquellas que hacen bien.

Cumple la ceremonia del atardecer, un sol de primavera que minutos antes de desaparecer en el horizonte, para mi asombro se pone a charlar conmigo. Me promete seguir trayéndome días buenos y me dice que aún me traerá mejores, con otros escenarios y con otros colores, tal vez con aroma a montaña, de mar o de tardes con brisas, pero me asegura que sólo serán para disfrutar junto a él. Agradecida yo y dejándole ver mi fe en sus palabras, la imponente estrella hizo un silencio y sonrió. Llenó mis ojos de su último brillo y me dijo que el celeste de sus ojos era tan hermoso, como pocos cielos alguna vez lograron. Lo sé, le respondi. Luego el cielo ya estaba dando inicio formal a la noche. Y mis pies volvieron a tocar el suelo.



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